Mirà, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme asì contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azùcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestàs tu mano en esta noche
de fin de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones tècnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese paìs de azules àrboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchìsimo de mundo,
la sucesiòn de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.
Julio Cortàzar.