miércoles, 26 de mayo de 2010

El amor eterno.



Deja caer las rosas y los dìas
una vez màs, segura de mi huerto.
Aùn hay rosas en èl, y ellas, por cierto,
mejor perfuman cuando son tardìas.

Al deshojarse en tus melancolìas
cuando parezca màs desnudo y yerto,
ha de guardarse bajo su oro muerto
las violetas màs nobles y sombrìas.

No temas al otoño, si ha venido.
Aunque caiga la flor, queda la rama.
La rama queda para hacer el nido.

Y como ahora al florecer se inflama,
leño seco, a tus plantas encendido,
ardientes rosas te echaràn en su llama.


Leopoldo Lugones.

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