martes, 16 de junio de 2009

...y vuelta.

Y emprendimos el viaje, el dìa se habìa empezado a nublar. El ambiente acompañaba perfectamente, se acoplaba a nuestros sentimientos. Se acopla a ellos todavìa. Y odiamos los viajes de vuelta. Porque eso son, lo odiamos por eso, por ser de vuelta, de regreso. Y porque con ellos vuelve ese sentimiento de lejanìa. De melancolìa. Y nos cuesta respirar. De hecho, no podemos hacerlo. Y ahora ya no son las gotas las que se apuran por deslizarse en la ventana, sino las làgrimas, apuradas por el tiempo. Nosotras y el tiempo, otra vez. Viejos amigos. Conocidos del espacio. Se llevan mal, pero es inevitable. Entonces el tiempo nos apura y el espacio nos separa. Ambos, nos alejan. Viejos amigos. Odiamos los viajes de vuelta. No servimos para tristes despedidas. Despedirse significa "no màs" y eso no nos agrada ni un poco. Preferimos lo eterno, aunque sea un instante de eternidad. Ese que te llena el alma y la hace bailar, improvisar un baile. Nuetros baile es de a dos; por unos dìas fue de a tres, de a cuatro, hasta de a cinco. Pero ahora es de a dos, y la improvisaciòn cada vez tiene màs dificultades. Ya no les sale bailar a nuestras almas, prefieren observar. Observar la lejanìa, el alejamiento, y a las otras almas que por allà se quedaron. Y saben por què prefieren quedarse quietas? Porque odian (odiamos) los viajes de vuelta. No hay nada lindo en ellos. O por lo menos no pudimos encontrarles ese lado aun. Tal vez sea porque, en cada uno de ellos, siempre tuvimos que renunciar a algo o a alguien. Pero renunciar temporalmente digo. Y espacialmente... Pero esos dos que se entiendan solitos. Ahora el problema es otro, el problema es el viaje de vuelta. Porque inevitablemente te lleva a pensar en todo aquello que dejàs atràs, en eso que viviste tan sòlo por un instante. En ese baile que improvisaste por un rato. El mirar por la ventana, los instantes de felicidad (porque eso es la felicidad, instantes...) invaden nuestra cabeza, la toman, la recorren, la apretan y la asfixian. Son recuerdos dulces que se transforman en amargos. Los viajes de vuelta hacer que ahora tengan ese sabor. Ese aroma a recuerdo. Recuerdo que hace horas fue momento. Momento que fue instante. Instante que vivimos conscientes. Conscientes de que fue: un INSTANTE de ETERNIDAD.


.RedOneRayodeLuz.













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