jueves, 26 de noviembre de 2009

Zurcí, cosé de mi, todo destrozo que veas.

Hasta ese momento no me había dado cuenta de la angustia que me embargaba. No sé…no me daba cuenta, no lograba entender que era lo qué sentía. Lo que sí sabía, y tenía bien claro, es que era una rareza nueva, una rareza que no había experimentado nunca. Pero no me sentía mal, simplemente porque desconocía lo que por dentro me ardía. Hasta que estalló, en aquel momento estalló.

Recuerdo que te dije algo así como las primeras líneas de este texto, pero con la diferencia de que los verbos estaban en presente. Instantáneamente la bola ácida de la que me hablás siempre comenzó a subirme desde la panza hasta llegar al pecho, y allí se quedó, impidiéndome respirar, doliéndome; me dolía tanto que tuve que llevar mi mano derecha hacía el lugar donde se encontraba la angustia… y apretar, apretar fuerte. Tuve que gritar, gritar, gritar. Y ser agua, tuve que ser agua.

Creo que sentir lo raro fue lo que me impulsó a hablarte. A decirte que necesitaba de tu ayuda, que de repente “no sé que es esto que estoy sintiendo”, que me estaba yendo con la corriente, y otras cosas que ahora no recuerdo muy bien.

Otra cosa que no sé, aunque creo sospechar, es cuándo comenzó a gestarse esta angustia (digo ‘esta’ porque… claro, una vez asimilada no iba a ser fácil desalojarla).

Estaba escuchando a Gabo, digo, cuando te comenté sobre mi problema de entendimiento sentimental estaba escuchando a Gabo; ¿Y qué puedo decirte? ¿Que su arte fue mi arte esta vez, que sus canciones nunca me llegaron tanto?, no. Simplemente lo escuchaba, y vos sabés, si que sabés, lo que eso implica.

El problema ahora, es que sigo sin saber lo que desde un principio no supe. Te imaginarás cómo me siento. Estoy desconcertada. Sí, sigo sintiéndome rara.

La rareza me está mareando (como si fuera muy difícil hacerlo…), pero este mareo no me divierte, para nada, en lo más mínimo. Me estoy derritiendo.

Y al final, ¿sabés por qué escribo esto? Porque no sé qué hacer. Porque esta hija de puta no me deja de joder, mi cabeza no deja de jugarme malas pasadas. Y me pierdo, me hundo. Y sigo sin saber qué hacer. Sigo sin entender. NO ENTIENDO NADA, y eso me pone peor. Círculo vicioso, vicioso de mierda, tu vicio es mi muerte, o la muerte de mi alma. Pero no me importa, no me importás círculo; porque recién morí, morí y reviví (jamás entera, reviví en pedacitos y aun no puedo volver a unirme… todavía no sé qué pegamento usar.).

No hay comentarios: