miércoles, 4 de noviembre de 2009

Charco


Vamos a morirnos de pronto y ya no habrá nada más que desear. Se convertirán mis deseos en nube, luego en lluvia y más tarde en charco que alguien pisará. A ese alguien se le mojarán los pies (ambos) y podrá enfadarse o bien disfrutar del agua que habrá de juntar. Si se enfada, tendrá sus razones, justificables o no, las tendrá; en cambio si se alegra, quiere decir que es una persona que sabe de agua y de la muerte. Será, en ese caso, alguien que comprende lo que es amar hasta estallar, licuarse el alma hasta que sólo queda la muerte en su estado natural: agua.
Y si bien estas cosas de la vida uno las puede aprender sin ser consciente, y creer que sólo se está riendo de su percance aguado, dicha persona precisa saber que no es casualidad lo que siente; por lo contrario, su sentimiento está arraigado a sentimientos mucho más hondos, casi enterrados en la mente de los menos observadores.
Un charco moja esa tierra, la revuelve, deja en la superficie hasta la última semilla, y deja que la perfore el sol. Entonces bien, ahora la semilla ha sido germinada por la luz y brotará de ella un pensamiento también lúcido, que romperá con las sombras podridas en las miradas de los transeúntes.
Volviendo a quien pise mi muerte, a esa persona que se mojará los pies con mi amor aguachento; será uno o más, quizá miles de ciudadanos promedio se hundan en mis aguas claroscuras... Y por eso tanta historia, para advertir hasta al menos perceptivo de los que anden sin rumbo por las mismas calles que yo he transitado.
Usted, ustedes, todos aquellos y también estos otros, lean atentamente estas palabras últimas y desesperadas; este texto incoherente que guarda el secreto de las almas que han sucumbido en busca de la luz más tierna y suave, la luz más clara y perfecta, la luz del amor al fin compartido y las metas ya alcanzadas.
Cuando pisen un charco no se resistan, no maldigan ni se auto compadezcan; en el acto de mojarse los pies estarán comulgando con algo mucho más complejo que agua estancada. Vivirán por un segundo (muy, pero muy breve) el último instante en que amé intensamente; entenderán mi muerte irreversible y la cantidad de amor que chorreaba de mi alma la última vez que me miró a los ojos.
En ese ritual mundano, pero aún así perfecto, se pondrán en mis zapatos y sentirán el agua misma de un alma incorruptible que sólo podía pintarse de un único color, color primavera; pero cometió el error de deshojar una flor que hizo que él ya no la quiera.


.Mariposa Còsmica.

1 comentario:

Anónimo dijo...

:: FELIZ CUMPLEAÑOS HADA ::
Espero que el nuevo duende que cargás en tu espalda (ya el número 17!) sea amigable y no se convierta en una molestia. Como ya sabés bien, siempre mis duendes gustan de bailar un rato con los tuyos al ritmo de un par de nuestras risas, que nunca están de más.
TE AMA HOY Y ALWAYS, tu Mariposa Cósmica.-