jueves, 13 de agosto de 2009

The dark side of the moon, un prisma, colores y esas cosas...Luz.

Todo lo mágico se consuma entre los pliegues fosforescentes de la luz. Una vez que un segundo es atravesado por un haz, nada podrá evitar que la magia se abra lugar. Existen múltiples y muy diversos tipos de luz: está la luz de los cuerpos, la de la voz, la luz de las miradas, la de los sonidos, la luz del alma y, la más importante, la luz del Sol. A decir verdad pueden encontrarse tantos tipos de luz como prismas haya en esta ú otra realidad. Porque el requisito para ser LUZ es poder proyectar todos los colores en su más pura intensidad. Y cada una de las variantes luminosas que antes me atreví a nombrar responden, a su modo, a esta característica tan especial (pero eso es algo personal, cada cual le encuentra sentido a lo que digo, así como también lo puede desechar). Ahora que ya dejé esto en claro, puedo comenzar.
Hoy, mientras miraba el cielo desde mi ventana, algo dentro de mí comenzó a girar. Giraba de manera violenta, casi caótica, por todos los rincones de mi boca.
Parecía que una o más palabras pugnaban por salir, sin embargo ese aire embarullado se escondía debajo de mi lengua justo cuando creía que encima de mi voz se iría a subir. Así transcurrieron algunos minutos, durante los cuales el Sol se estiró a sus anchas y desplazó a toda nube que encontró; seguía sin entender nada de lo que pasaba, pero de todos modos, inmóvil, esperaba. Tenía la esperanza de que aquella frase que se estaba forjando dentro mío (porque a esa altura no me cabía la menor duda de que eran varias palabras) iba a detener la caída, mí caída, la caída de todas mis luces. Tenía las manos empapadas de lágrimas, no me alcanzaba la piel para absorber tanta agua, me invadía un miedo absurdo a que todo se inundara; comenzaron los espasmos y para ese entonces ya sentía los pies increíblemente mojados.
De pronto entró a la habitación una ráfaga de viento con olor a lluvia (mezcla de pasto húmedo, asfalto mojado y tierra regada), dentro de mi boca se produjo una implosión que supuse producto de la frase replegada en algún hueco de ella.
La lluvia… amiga de los charcos y de mi pelo, de los ríos y de mis ojos, de las lagunas y de mis manos, del mar y de mi boca. Una vez más llegaba hasta mí para renovar mis energías, para hacer estallar todas las impurezas y empaparme de entusiasmo; entusiasmo de vivir, ganas de reírme, de correr, de saltar, de… ¡GRITAR! Y en ese preciso momento de mi reflexión, la frase, que ya se me había hecho familiar, decidió hacerle frente al vacío. Se introdujo en un recoveco de mi voz y exclamó: “QUIERO PODER PEDIR UNA PORCIÓN DE SOL”. Abrí los ojos, sentí el calor reconfortante de las sábanas. Me di vuelta hacia el otro lado y sonreí al ver tus ojos aún cerrados, el Sol radiante detrás de la ventana; reventé la frágil burbuja de sueño que te circundaba y me diste los buenos días en la misma dulce proporción de todas las mañanas.

MariposaCòsmica.-

1 comentario:

Sorbil dijo...

Me encanta lo que escribes ^^